La conocí hace algunos años y aunque me mantuvo alerta antes sus inconstantes idas y venidas me armé de una paciencia infinita, esa que no es mi mayor virtud y la seguí o mejor dicho me dejé seguir porque ella siempre volvía …
Su amor por Neruda y la poesía la hacían recorrer los más recónditos rincones de la ciudad en busca de algo más, nunca se conformó, será por eso que un buen día decidió llegar hasta la luna para dejar que sus versos se transformen en cráteres brillantes.
La actuación fue su juego y su energía desparramada. Cotidianos personajes se adueñaban de sus ansias y reía… Cuando se convertía en una vieja perseguida, tanguera, madama del cabaret o en un plomero mal hablado. Rara pero encendida…
Y me hubiera gustado que veas tus versos, sobre el papel pero no pudo ser porque esta vez te fuiste de gira y no me diste tiempo…
Que lo pario!
En el taller también pasan estas cosas …
Y mientras escribo, te lo leo en voz alta porque se que desde donde estés me estarás escuchando.
Los umbrales de tu falda
Por maría Rosa Di Rienzo
livianos y pesados
umbrales muerden
el ruedo de tu enagua,
que levantó y bajó
la cerradura de sus ojos
en un ir y venir
de días sin calendarios,
donde el tiempo se detiene,
muda, se arruga,
entre los durmientes de tu falda
que trasmuta los rieles
mordiendo el silencio
en la oscuridad de las palabras.
(Este poema pertenece al Libro de los Talleres XIV editado por Editorial Dunken)
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Para Rose que se fue de gira.
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Category luna, Neruda, poesía, Rose, teatro